Nicosia, capital de Chipre, la última capital del mundo separada por un muro en el segundo país más pequeño de la Unión Europea. Además, el punto más oriental de la Unión, más cerca de Turquía y de Siria que de Grecia. Sin embargo, tan dependiente de este último que sin su ayuda no tendría ni agua. Desde 2004, la parte griega de la isla es miembro de la UE y la otra mitad es la parte "invadida" para unos e "intervenida" para Turquía. De hecho, los turcos y ellos mismos lo denomina República Turca del Norte de Chipre y no está reconocida nada más que por este país. Su subsistencia dependía exclusivamente de Turquía hasta el 2003 cuando se abrieron las comunicaciones con el sur aunque la isla en su conjunto, vive del turismo.
La Oreja de Europa se paseó la semana pasada por Nicosia, por una parte de la 'línea verde' y por la otra. Lo primero que notamos es la herencia de la colonización inglesa. Los coches conducen por la izquierda y las distancias se miden en millas. Además, casi todo el mundo habla inglés, desde el taxista que nos lleva al hotel hasta los representantes de las instituciones públicas. Todo el mundo se maneja en la lengua de Shakespeare además del griego, que es su lengua oficial. Como curiosidad enseguida notamos que ¡no hay pasos de peatones! ¿Quizás porque nadie camina? También se notan las ayudas europeas, la prosperidad y el nivel de vida es exactamente el mismo que en el resto de la Unión. Pero cuando cruzamos la 'línea verde', parece que retrocedemos 50 años atrás. La parte turca se beneficia de la electricidad de los chipriotas y desde que abrieron hace un año la frontera, del turismo. De todo esto nos informan antes de llegar al hotel, en el centro histórico de Nicosia. Cuando llegamos y abrimos la ventana de nuestra habitación, una ciudad herencia de muchas culturas se nos abre en el horizonte. Vemos una gran mezquita, iglesias ortodoxas, una católica, palmeras como en los oasis y al fondo las montañas. Cuando empieza a oscurecer unas luces parpadean en esas montañas. Una vez de noche vemos que se trata de la bandera turca. Provocación, dicen algunos chipriotas. Otros nos dicen que al menos así, ven que sí que les llega la electricidad chipriota.
Turquía es país candidato desde 2005. Uno de los puntos de discordia con la UE es que considera el actual Chipre como un "estado ilegal", es decir, no reconoce a un miembro de pleno derecho de la Unión. Quizás este sea el punto más discordante y por este motivo, las negociaciones no avanzan. Lo que parece inaudito es que las Naciones Unidas tengan que mediar y proteger la 'línea verde' entre un país candidato a la Unión Europea y uno que ya lo es. El temor sigue presente, más de treinta años después. Pero cuando paseamos por Nicosia comprobamos que es muy parecida al resto de las capitales europeas, excepto por la parte militarizada gestionada por la ONU.
La inmigración ilegal también es un problema para este país mediterráneo. Desde 2004, se han convertido en la puerta de oriente a occidente. Por la noche, tomando un refresco para evadir el terrible calor, los chipriotas nos cuentan que tienen miedo por un lado a que las tropas vuelvan y por otro, a los inmigrantes. Aunque cuando les preguntamos si los incidentes y la violencia han aumentado nos dicen que no, pero que tienen miedo igual. Es una de las miles de contradicciones de este país, casi tantas como herencias culturales. También nos cuentan que los niños están comenzando a aprender ruso como tercera lengua. "Es el futuro" dicen "¿ves a esa niña rubia? Forma parte de las nuevas generaciones chipriotas". Los rusos son los turistas más numerosos. Muchos de ellos vienen de vacaciones y después se quedan. Les une la religión, mayoritariamente ortodoxa y les atrae el clima, muy diferente del riguroso frío ruso.
En junio se celebran las elecciones al Parlamento Europeo. Los chipriotas nos preguntan cómo se está viviendo la campaña en los demás países. "¿Tiene la gente ganas de ir a votar? Aquí, las pasadas elecciones fueron muy importantes. Ya éramos europeos. Pero ahora los chipriotas no saben ni siquiera cuando hay que votar. Además coincide con un fin de semana de puente. ¡La mayoría estará en la playa!". Más delicada es la pregunta que nos ronronea en la cabeza desde el principio de nuestra visita, ¿qué opinan de la adhesión de Turquía como Estado miembro de la UE?. La posición institucional, nos responden, es que los turcos son bienvenidos siempre y cuando cumplan los requisitos para su entrada y por supuesto, reconozcan Chipre como un estado más. Hablando distendídamente nos confirman lo que votaron en 2004, cuando más de un 70% de su población rechazó en referéndum el plan de reunificación del Secretario General de Naciones Unidas.
Después de este viaje, nos hemos cruzado hoy con una de las imágenes de las elecciones al Parlamento Europeo. ¿Cómo deberían ser nuestras fronteras? Muy elocuente ya que nos recuerda que una 'línea verde' separa en dos un Estado miembro de la UE. La pregunta es muy adecuada pero debería ser la segunda. Primero tenemos que pensar hasta donde queremos que lleguen nuestras fronteras.
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Este post participa en el Premio Europeo para Jóvenes periodistas 2009
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