En común con Rusia tienen muchas cosas desde compartir el mismo alfabeto (el cirílico) hasta la religión (son cristianos ortodoxos). Pero también un pasado común. Bulgaria fue durante mucho tiempo un satélite de la U.R.S.S muy importante por su posición geoestratégica hasta que la "perestroika" inició un proceso de apertura que supuso la desintegración del gigante y que para Bulgaria ha llevado incluso a unirse a otro gigante, la Unión Europea. Los fondos europeos para el desarrollo (FEDER) que tanto hicieron por España -y que siguen haciendo porque aunque ya deberíamos de estar pagando para que otros países puedan desarrollarse como lo hicimos nosotros, seguimos recibiendo ayudas- se ven nada más llegar a la nueva terminal 2 del aeropuerto de Sofía donde lo primero que se observa es un cartel en inglés que nos indica que esta terminal ha sido construida con la ayuda europea. Una vez que salimos del aeropuerto y nos dirigimos a la ciudad, observamos que no hay muchos más cambios. Parece que hemos regresado en el tiempo, quizás también influidos por la película "La vida de los otros" y por "Good Bye, Lenin!", comprobamos que no han cambiado mucho las viejas infraestructuras que se erigieron durante el comunismo. Grandes bloques de apartamentos separados pero juntos para crear la impresión de ciudad que no han sido reformados en mucho tiempo nos reciben para contarnos que no mucho ha cambiado desde que son parte de la UE. De hecho, y si recordamos la última película citada, la publicidad de las grandes marcas, es símbolo de apertura al capitalismo y se hace muy presente con los grandes carteles publicitarios colocados en cada edificio. Lo que sucedía en el Berlín Este de principios de los años 90 (edificios "tipo comunista" con publicidad "tipo capitalista"), se puede trasladar a la Bulgaria de hoy en día.
Nos contaban los lugareños de Sofía que no han caído símbolos sino que han sido remplazados por otros. El hotel Leningrado ahora es el hotel San Petersburgo y el bulevar Moscú en Plovdiv es ahora el bulevar Bruselas. "Unos dioses por otros dioses, eso es todo" nos cuenta un amigo búlgaro en Plovdiv, "los políticos nos han vendido la meta de la Unión Europea. Nos han contado cómo íbamos a cambiar y lo bien que íbamos a estar. Pero una vez alcanzada esa meta, la entrada de nuestro país en la Unión Europea, no hemos notado ningún cambio. Bueno, sí. Ahora no necesitamos visado para viajar por Europa". Esta situación de desencanto creada por los políticos búlgaros, que vendieron la adhesión como la gran revolución, ha llevado a muchos a una cierta añoranza de los tiempos comunistas. "Es cierto que ahora hay libertad, pero también hay más pobres y unos pocos ricos. Al menos antes todos teníamos un mínimo de todo". ¿No nos recuerda esto a la famosa frase "con Franco vivíamos mejor" que se decía en los principios de la democracia?
Los búlgaros tienen que ser pacientes, puesto que los cambios y reformas no se pueden realizar de la noche a la mañana. Necesitan, cómo lo necesitó España, al menos diez años para comprobar que la adhesión a la Unión Europea da sus frutos. Además, los tiempos de crisis en los que vivimos no dejan mucho margen a la solidaridad europea, principio en el que está cimentada esta Unión. De hecho, esta misma semana, Alemania quería quitar el voto en el Consejo Europeo a los países incumplidores del déficit. Menos mal que la cordura se ha impuesto y esta propuesta no ha salido adelante. Esto no significa que los Estados miembros no tengan que sanear sus cuentas o cumplir una serie de requisitos tanto económicos como de libertades y derechos del ciudadano. En el caso de Bulgaria, el problema ha sido y es la corrupción masiva, algo tan normal para ellos como el respirar. Pongamos un ejemplo concreto, los directores de los institutos de secundaria públicos manejan el presupuesto para contratar al personal administrativo y para realizar las inversiones necesarias. Cómo os podréis imaginar, es mucho poder concentrado en una sola persona, y una es más fácil de corromper que un grupo.
De todos modos, Bulgaria sigue siendo un país que merece la pena visitar. No solo por los cambios que está sufriendo sino también por la belleza de sus paisajes y los monumentos de sus ciudades. Aún queda mucho por explotar desde un punto de vista turístico y esto, para aquellos que nos gusta hacer fotografías sin tener que apartar a manotazos a la nube de turistas antes, es una ventaja.
Fotos: 1. Catedral de Sofía. Alexander Nevski memorial. 2. Anfiteatro romano en Plovdiv. 3. Monumento a la liberación de los turcos gracias a Rusia en Plovdiv.
Comentarios
PD. No sé si la derechona decía con franco vivíamos mejor. El eslogan de la izquierda, pasados unos años de transición, era: "contra Franco vivíamos mejor" (no hace referencia a la economía o al sueldo...).