¿Alguna vez nos hemos planteado qué información es personal? Un ejemplo, decir cuánto ganamos en una conversación entre amigos puede ser para unos una información muy personal mientras que para otras personas no. Cuándo llamamos por teléfono para cambiar nuestra tarifa del gas o hacer una consulta nos piden nuestro D.N.I a la hora de indentificarnos por motivos de seguridad. La mayoría de los españoles no consideramos nuestro número de indentificación como información personal qué no debemos en ningún caso hacer pública. Sin embargo, para los búlgaros es una información qué hay que "guardar bajo llave".
La encuesta del Eurobarómetro nº 359 y de la que hemos conocido su existencia a través de la página de Facebook de Europe Direct Leeds,
muestra que los europeos consideramos la información personal de forma muy distinta. En el caso del D.N.I y el número de pasaporte, según los datos publicados por el Eurobarómetro, el 92% de los búlgaros encuestados consideran esa información como muy personal así como el 85% de los españoles. Este dato no nos parece tan curioso como el qué no se considere información tan personal las páginas web que visitamos (en Rumanía, tan solo un 5% lo consideró como información personal y un 18% de los españoles. El 44%, la tasa más alta, la encontramos en Suecia) o nuestros "gustos y opiniones" (tan solo el 27% de los españoles consideraba esta información como personal). Supongamos que esta información, qué no consideramos personal, cae en manos de gente que las utiliza para bombardearnos con spam e intentarnos vender un producto basado en qué nosotros hemos desvelado alegremente nuestros gustos y opiniones. O quizás que los partidos políticos aprovechen esta circunstancia para poder acosarnos con propaganda electoral basada en nuestras opiniones desveladas.
Quizás no somos conscientes de qué puede ser considerado como información personal y el uso que puede hacerse de ello, cosa que deberíamos saber y controlar. Por otro lado, este Eurobarómetro también muestra lo diferentes que somos los europeos puesto que no consideramos los mismos tipos de información de igual manera. Esto supone una barrera a la hora de armonizar la legislación de protección de datos en toda Europa y también de fomentar el comercio transnacional, sobre todo por Internet, ya que, si queremos pedir el D.N.I. a un búlgaro para la seguridad de una transacción, lo más seguro es que nos envíe a freír gárgaras y no realice esa compra ya que la información que pedimos es demasiado "personal".
¿Cómo salvar estas diferencias en el mercado único sin dejar de perder la identidad europea?
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