¿Precarios en Bruselas? Por supuesto, cómo en todas partes

El pasado día 15, el Parlamento Europeo publicaba un artículo en el que hablaba de la maravillosa experiencia que supone el ser becario de esta institución. Como antigua becaria del Parlamento puedo permitirme el lujo de hacer ciertas aclaraciones a este artículo.

En él se dice que se han recibido 4.628 solicitudes para 385 plazas. A primera vista, la descompensación es enorme. Por un lado, el bajo número de plazas ofertadas puesto que ya somos 27 países y 490 millones de europeos. Los becarios son el futuro de Europa. Son los jóvenes los que van a poder contar para qué y cómo funciona Europa. De nada sirve un número tan insignificante. Además, con tantas solicitudes también se demuestra las ganas de aprender más sobre la Unión Europea y qué mejor lugar para hacerlo que trabajando dentro de las instituciones. Lo que no comenta el artículo, por otro lado, es que hay más becarios. Los eurodiputados pueden tener a su cargo un becario. Hay algunos que se aprovechan de este hecho y cogen más. En general, son jóvenes, multiformados, multilíngues, con ganas de trabajar y que tienen más o menos una ideología política acorde con el eurodiputado que ofrece la plaza.

Además el artículo habla de la remuneración de las prácticas. Punto delicado que no menciona la manifestación con caretas blancas (para evitar ser reconocidos y que les echen) realizada el pasado mes de diciembre por los becarios (stagiaires en Bélgica) para reclamar un trabajo digno y unas prácticas remuneradas. Al menos, conseguir que todos los becarios tengan las mismas condiciones. De las prácticas oficiales, las becas Schuman (que incluyen una opción general y otra para periodismo), 257 son remuneradas y 128 no lo son. En primer lugar, todas las prácticas deberían ser remuneradas. Una parte del presupuesto de la UE debería dedicarse a formar a expertos en asuntos europeos pero no a costa de sus propios medios económicos. Además, el ofertar prácticas no remuneradas o pagarlas con muy poco dinero supone aumentar las desigualdades porque sólo van a poder optar aquellas personas que tengan los medios económicos para salir de su país y poder pagarse el alquiler, comida, etc. Al final, la mayoría de los becarios que hay en Bruselas son de clase media/alta y sus familias suelen ayudarles económicamente.

Irónico también el dato sobre los países que más becarios envían: Italia, Alemania, Francia y España. La explicación es simple para Alemania y Francia. Por un lado, son los dos países creadores de la Unión Europea y con más tradición europeísta. Por otro, la proximidad a Bélgica y en el caso de Francia, compartir la misma lengua es desde luego una ventaja para trabajar en las instituciones. España e Italia tienen motivos diferentes para enviar tantos becarios. La precariedad laboral que existe en ambos países hace que muchos huyan para formarse (y sobre todo, aprender otras lenguas) y por ello prefieran pasar una temporada en Bruselas que esperar una oportunidad en España.

La duración de las becas también tiene gracia. Hasta hace unos años, los diputados podían tener al mismo becario el tiempo que quisiesen lo que significaba que una persona podía trabajar para un político un año sin seguridad social, convenio, sin cobrar… Al final tuvieron que limitar el tiempo máximo de estancia a seis meses. En ocasiones, cogen becarios para realizar tareas puramente administrativas, como hacer fotocopias, sin obtener formación ninguna, durante un mes. Luego, cogen a otro y luego a otro… De esta forma, siempre tienen un administrativo trabajando gratis.

Lo que cobras, si es que cobras, también depende de quién te contrate. Hay diputados y servicios en el Parlamento que no pagan nada y hay otros que pagan incluso un pelín más del sueldo base, pero no suele ser habitual. No hay convenio ni reglamentación al respecto así que en el Parlamento impera la ley del más fuerte. El diputado decide si cobras o no y el becario decide si acepta o no trabajar en estas condiciones. Un ejemplo: los becarios alemanes del Partido Popular Europeo, no cobran absolutamente nada.

La experiencia siempre es buena, eso no se puede dudar. Lo que hay que considerar es bajo qué condiciones es ofertada esa experiencia. Al aceptar una beca con muy malas condiciones sólo por entrar en el Parlamento, se aumentan las posibilidades de que esa situación no cambie. Si nadie se queja, ¿por qué cambiar? El futuro europeo, depende en buena medida de los becarios del presente. El cambio lo decidimos nosotros.

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