Hoy en día el aumento de la seguridad en nuestros viajes es una exigencia. Los controles en los aeropuertos son un buen ejemplo. Esto conlleva además soportar desventajas añadidas como las colas o el no poder llevar líquidos en la maleta de mano lo que supone un gasto extra para el consumidor. Otras medidas, como la Tarjeta Sanitaria Europea puede servirnos para no llevarnos un disgusto, al menos a la hora de tener que pagar en un hospital de otro país europeo.
Los españoles tenemos un sistema sanitario público diferente al del resto de ciudadanos europeos. La mayoría funciona con aseguradoras siguiendo una tendencia a la privatización de la que estamos absueltos por el momento. El problema llega cuando viajamos porque creemos que vamos a encontrar la misma atención que en nuestro país y en la mayoría de las ocasiones no sucede así. En Bélgica, por poner un ejemplo, primero le piden a uno que pague y luego le preguntan que qué le pasa. Para evitar problemas futuros con el reembolso de estos pagos, lo mejor es llevar siempre encima la Tarjeta Sanitaria Europea.
Se trata de una competencia exclusiva de los Estados miembros además de Suiza que nos permite que nuestros gastos médicos, en el caso de necesitar asistencia médica sean reembolsados de la manera más rápida y eficaz posible. El país anfitrión tendrá unas reglas a las que nos tendremos que acomodar y por tanto, unas tarifas concretas con las que nos tendremos que conformar. Los gastos reembolsados se harán de acuerdo a estas tarifas y no por tener la asistencia gratuita garantizada en España tendrán que rembolsar todo el dinero en otro país.
La Tarjeta Sanitaria Europea es gratuita y se puede obtener en cualquiera de los Centros de Atención e Información de la Seguridad Social. El único motivo por el que no se considera válida es para recibir un tratamiento médico específico en otro país. La Comisión Europea ha lanzado una página web donde ofrece más información sobre esta tarjeta y donde también recomienda tener cuidado con algunas páginas en las que se vende la tarjeta cuando ésta, es gratuita para todos los europeos.
Los españoles tenemos un sistema sanitario público diferente al del resto de ciudadanos europeos. La mayoría funciona con aseguradoras siguiendo una tendencia a la privatización de la que estamos absueltos por el momento. El problema llega cuando viajamos porque creemos que vamos a encontrar la misma atención que en nuestro país y en la mayoría de las ocasiones no sucede así. En Bélgica, por poner un ejemplo, primero le piden a uno que pague y luego le preguntan que qué le pasa. Para evitar problemas futuros con el reembolso de estos pagos, lo mejor es llevar siempre encima la Tarjeta Sanitaria Europea.
Se trata de una competencia exclusiva de los Estados miembros además de Suiza que nos permite que nuestros gastos médicos, en el caso de necesitar asistencia médica sean reembolsados de la manera más rápida y eficaz posible. El país anfitrión tendrá unas reglas a las que nos tendremos que acomodar y por tanto, unas tarifas concretas con las que nos tendremos que conformar. Los gastos reembolsados se harán de acuerdo a estas tarifas y no por tener la asistencia gratuita garantizada en España tendrán que rembolsar todo el dinero en otro país.
La Tarjeta Sanitaria Europea es gratuita y se puede obtener en cualquiera de los Centros de Atención e Información de la Seguridad Social. El único motivo por el que no se considera válida es para recibir un tratamiento médico específico en otro país. La Comisión Europea ha lanzado una página web donde ofrece más información sobre esta tarjeta y donde también recomienda tener cuidado con algunas páginas en las que se vende la tarjeta cuando ésta, es gratuita para todos los europeos.
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